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te levantas una mañana y parece que haya pasado un huracán. Sales de casa con la esperanza de que el día mejore por momentos, pero cada minuto que pasa se vuelve más insoportable. La vida pasa, como un rayo de luz que se asoma por la ventana. Los días, son días , todos iguales, como los calcetines blancos. Las noches, son monótonas. Todas con sueños parecidos de lugares que se que no pisaré. Me traslado de un sueño a otro a pisotones. Y cuanto mejor es el sueño, antes me despierto, inquieta, para mirar el reloj para ver si se me ha hecho tarde para comenzar otro día monótono, como cualquier otro. Mis pulmones cada vez más estropeados,  por culpa mía y solo mía. Mi mente por un lado, mi corazón, raro. Viviendo por vivir, por sobrevivir, por y para el mero hecho de morir algún día. Un árbol florece para dar sus frutos. Cada día más alto. Se desenganchan sus hojas para dejar paso a nuevas que le harán, seguramente, más bonito, más vistoso y precioso. Nosotros siempre somos iguales. Lo único que cambian son los pensamientos, los sentimientos, las ilusiones, los sueños. Van y vienen como en una montaña rusa, pero eso si cambian de recorrido. Unas veces rápidos y claros, otras más lentos, espesos y distorsionados. Todo sueños.
Me preparo para otro día más y me marcho, como siempre, con la música a otra parte ...