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Será que es producto de mi imaginación. Me tambaleo, pierdo el sentido del tiempo y me vuelvo a caer, a sumergirme en mis recuerdos pasajeros en primera clase. Que pequeña era y sigo siendo. Mi cuerpo poco  cambiado, mis pensamientos mucho más de lo que parecía, mis expectativas suben y bajan al son de una canción de rock que me hace gritar como si se me fuera la vida. Nunca pierdo el control, solo es posible sentirlo rodeada de mis ebrios amigos en un sábado noche con un vaso de whisky con limón en la mano. Me cambio el pelo pero no cambio lo que pienso. Me solté de la mano de mi madre muy pronto y ahora, vago sola por el mundo buscando mi destino. Independiente pero leal y soñadora como yo sola. Recuerdo ese pequeño reloj que antes me decía cuando llegar a casa y ahora me indica a que hora debo de salir para no llegar tarde. Busco donde no encuentro, encuentro donde nunca jamás se me hubiera ocurrido buscar. Aguardo, espero, indecisa de lo que llegaré a ser y me quedo sentada al pie de mi cama, pensando en lo que no debo hacer, lo que quiero y no quiero palpar. Lo que sueño y no sueño vivir.